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Suerte y Desgracia de los campeones

Incluso en el ajedrez hay sitio para la suerte. Veselin Topalov, flamante ganador en Noruega, ha sumado a un gran momento de forma y a su siempre encomiable espíritu de lucha una fortuna increíble en varias partidas. La «ayuda» recibida en la primera ronda fue clave. Magnus Carlsen le regaló un punto entero. Tenía ya en el microondas a su rival, completamente cocinado, cuando se le olvidó pulsar el botón, por simple desconocimiento del reglamento del torneo. El campeón del mundo encajó fatal el revés. Es humano, después de todo, y luego perdió otras tres partidas, para acabar séptimo, el peor puesto desde que está en la élite, a medio punto del último puesto y a tres del primero.
La última derrota de Carlsen fue especialmente significativa, en la ronda final, ante su compatriota Jon Ludvig Hammer, un gran maestro que no llega a los 2700 puntos Elo y que no conocía la victoria en el torneo. Hammer no ganaba a Carlsen, que solo tiene 24 años, desde hace 15. El número uno del mundo volverá a demostrar que es uno de los grandes, pero el batacazo ha sido histórico, con tres puntos y medio en nueve partidas, una puntuación casi ridícula para su categoría.
En el Norway Chess, Carlsen se ha dejado 22,7 puntos Elo. A cualquier otro, un descenso así le haría un roto en el carnet de identidad. A él le sobraba colchón y seguirá como número uno, aunque Anand (+12) y Topalov (+18) ya le pisan los talones, a menos de 30 puntos. Nakamura y Giri, nuevos compatriotas (aunque no parecen mantener las mejores relaciones) también salen reforzados, sobre todo el primero.
Pero el caso de Topalov y la suerte es digno de estudio. Después del regalo de Carlsen, hizo tablas con Nakamura, en una interesante española. En la tercera ronda, el francés Vachier-Lagrave cometió un par de errores graves y perdió ante el búlgaro con blancas en menos de treinta movimientos. En la cuarta, Levon Aronian no mejoró su pobre rendimiento de las últimas semanas. Quien fuera indiscutible Top 3 lucha por seguir entre los diez mejores del mundo.
En la quinta partida, a Topalov lo terminaron de nombrar hijo adoptivo de Noruega. En un sencillo final de tablas muertas, Hammer cometió un error incomprensible para un gran maestro. Su única excusa eran las más de 70 jugadas en las que el excampeón del mundo no paró de presionar. Grischuk, con blancas, también perdió el rumbo por completo en la sexta ronda y se quedó pajarito en un suspiro. En la séptima partida, con medio torneo en el bolsillo, Topalov forzó la liquidación total y las tablas contra Caruana. Su tropiezo en la octava ante Giri puso en duda su victoria, pero llegó la última partida, contra Anand, que merece comentario aparte.

¿Qué fue de la regla de Sofía?

Los dos únicos aspirantes a ganar el torneo prefirieron asegurar sus respectivas plazas con unas tablas en media hora y solo 18 jugadas. Y tan contentos. A Topalov se le olvidó por un día la famosa regla de Sofía, que prohíbe firmar el empate antes de la jugada 30, y que él tanto ha promovido. Su justificación era evidente: con el empate ganaba el torneo. No me gusta criticar en exceso las tablas de este tipo, porque para empezar son legales, pero el búlgaro ha criticado tanto a sus colegas en otras ocasiones…
Peor fue la actitud del indio. Aunque jugaba con negras, ni siquiera intentó ganar un título que tenía a su alcance. Anand parecía más pendiente de su carrera a largo plazo contra Carlsen, como si un jugador de su edad pudiera permitirse el lujo de otear el horizonte. El hundimiento del campeón mundial tampoco despertó demasiada misericordia entre sus colegas, por otro lado.«Cómo sentir pena por él, con todos los torneos que ha ganado», resumió Nakamura.
Nota extraida de: http://abcblogs.abc.es/

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